Fui a lo de Annabel, al visionado de la peli que se va a
pasar en el Museo Nacional, La nave va,
de Fellini. A idea es controlar que todo esté bien. Pues, no estaba todo bien…
los subtítulos, desfasados como un minuto, cosa que tergiversaba el
significado. Y además la peli estaba en dos archivos. Pero tomamos vino,
picoteamos cosas ricas. Cuando llegué a casa empezó a llover a cántaros. A
cántaros. A cántaros. Hacía falta una lluvia en serio.
Me encantaron las palabras de Fellini: «Me gustaría que
en la entrada de los cines se colocaran unos carteles que digan: 'No hay nada
más de lo que ven'. O bien: 'No se esfuercen en ver qué hay detrás. De lo
contrario, correrán el riesgo de no ver ni siquiera lo que hay delante'. [...]
La película relata simplemente la historia de un viaje en barco para esparcir
las cenizas de una célebre cantante de los años 20. Algunos amigos míos me han
dicho que es una película terrible, que tiene algo obscuro y amenazador,
mientras yo, al contrario, creo que, en el fondo, es alegre. [...] En Y la nave
va he expresado, más o menos de manera sincera, más o menos de manera
artificiosa [...] el sentido de extravío que nos invade. El temor a lo peor es
un estado de ánimo o un presentimiento con el que convivimos desde hace mucho
tiempo y, según parece, no está destinado a abandonarnos. [...] No me parece
que el rinoceronte que navega en ‘Gloria N.’ se parezca al monstruo que sale en
la playa al final de La Dolce vita. Un símbolo no se puede explicar, porque va
más allá del concepto, más allá de la razón, porque contiene elementos
irracionales o míticos. ¿Por qué me quieren obligar a explicárselo? En
cualquier caso, el rinoceronte que está en el barco, si tiene un significado,
este debe considerarse en sentido totalmente contrario. El monstruo de La dolce
vita era un espejo de la degeneración del protagonista, mientras el rinoceronte
de Y la nave va podría aludir a una interpretación, por ejemplo, de este tipo;
la única tentativa de evitar el desastre, para no precipitar en la catástrofe.
Podría ser el intento de recuperar la parte inconsciente, profunda, saludable
de nosotros mismos. Y es, precisamente, en este sentido que podría explicarse
la frase "dejarse nutrir por la leche del rinoceronte". Pero se trata
de explicaciones torpes, como esa comparación torpe entre el rinoceronte y el
monstruo de La dolce vita. Una fantasía, si es auténtica, lo contiene todo y no
necesita explicaciones.»
Fellini. Raccontando di me, conversazioni con Costanzo
Costantini, Editori Riuniti, Roma, 1996.
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