Llegó el día, o mejor dicho, la noche. Al final de la
tarde comenzó a lloviznar. Una garúa suave, perfecta para humedecer el campo.
Estuve sacando fotos, para tener registros del antes. Hice arroz con leche,
preparé el vino con canela para calentar a último momento. Organizamos con Gaby
la mesa, vasos, servilletas, etc. Música, pero Internet nos falló, y se cortaba
todo el tiempo. No nos importó, asumimos estar sin música y chau. Aprontamos
las cámaras, revisar con tiempo las baterías, controlar que estuvieran
cargadas.
Empezó a llegar la gente, recibimos a todos, compartimos
el vino caliente, Ale y Ana terminaron de preparar sus muñecas. Algunos querían
encender los fuegos enseguida, pero a mí me importaba que llegaran Walter y su
mujer, y Juliana. Los bomberos protestaban porque llovía y se mojaban, se
querían ir. Decían que las piras no iban a encenderse si demorábamos tanto, que
todo estaba quedando mojado. Les dije que íbamos a esperar quince minutos más. No
les gustó mucho, pero tá.
Finalmente llegaron, encendimos, los fuegos fueron
maravillosos, las acciones también

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