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La estructura del proyecto se basa en la idea de la autobiografía. Un archivo de eventos fugaces y efímeros, actos cotidianos, relaciones que se forman a partir de fotografías y textos. El individuo necesita el reconocimiento de su diferencia frente a la intención masificadora de la sociedad contemporánea, y es conciente de su existencia a partir de la relación con su entorno, con la comunidad de la que forma parte. La interioridad, la privacidad y la intimidad se exponen en el espacio de lo público. El autorretrato se forma a partir de mi relación con el otro, partiendo de la base de que mi identidad se construye interactuando con ese otro y con la esfera de lo social. La obra, siempre en proceso, se convierte en un work in progress, en una obra abierta e inacabada, que se continuará creando con la acumulación de registros y comentarios de los distintos sujetos de las comunidades de Internet.

sábado, 17 de agosto de 2013

11 de agosto de 2013, domingo.



Karen y Ale se fueron antes del almuerzo.
Me enfrasqué en un puchero, es decir, puse la carne –ossobuco, pecho, pollo y patas de cerdo- en la olla a presión. Quedó bastante apretada –mi olla a presión es mediana, no grande. Al rato la abrí porque me había olvidado de poner verduras para darle gusto a la carne. Cebollines, puerro, nabo, apio, perejil, laurel. Preparé las verduras y calenté agua. Las puse en otra olla, a cocinarse. Primero zanahorias y choclo. Después papas, boniatos y zapallos. Al final las verduras. La cocina, prolija, acomodé lo que no estaba en su lugar, lavé lo que había ensuciado preparando todo. Escuché un sonido a chorro fuerte, como a manguera de bomberos, como una ducha de club. Era la olla, había empezado a escapar presión por el borde de la tapa, donde está la goma, que –supongo-estaría mal colocada. Tuve que ir al fondo a cerrar el pase de la garrafa de gas porque era imposible acercarse a la cocina, y evitar a la vez que una lluvia de caldo te empapara. Esperé a que dejara de escapar presión, miré con lástima y desazón las paredes chorreadas de grasa, las gotas de caldo engrasado que caían del techo, igual que la lluvia suave después de una tormenta. Sofí y Bastian, a salvo. Yo, a salvo. Mi entusiasmo, por el piso.







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