Fue un día hermoso. Un sol espectacular, no parecía
invierno. Salimos, después del asado. Ju y yo íbamos al Museo Nacional, a ver
la exposición de Cecilia Mattos, y Sofi quería pasear a Bastian. La acompañamos
por la Rambla. A la vuelta, yo quise ir a un baño, así que pasamos por el
Casino –los baños son limpios, algo que no es muy fácil de conseguir en
Montevideo. Pero qué bajón entrar en el Casino. Es horrible, todo tiene un
aspecto siniestro. El lugar y la gente. Salí escapando, con la sensación de que
esa energía bajoneada se me podía pegar.
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