20 de diciembre de 2013, viernes.

Me traje a Montevideo un vestido de Karin. La cachorra –Butiá- se lo rompió y le dije que yo se lo arreglaba. No sé por qué le dije eso, lo miro y me parece difícil que quede bien. Estuve un buen rato con hilos y agujas finitas, la tela es muy delicada y se va a notar. Bajón. También planché. Odio planchar, pero ya tenía un montón de ropa acumulada. Mientras planchaba, traté de pensar que era una linda actividad, de mirar las arruguitas con deseo de verlas desaparecer, sentirme orgullosa cuando la tela quedaba lisa y agradable. No sirvió. Solamente pensé nunca más me compro ropa que se tenga que planchar. Pero después me enfrento a una tela sin sintéticos y me gusta, la textura es cálida.