Fuimos a la playa con Karin, el calor que hizo
fue brutal. Había 37°, mucho calor, demasiado calor. Al mediodía no podíamos aguantar
el calor y aunque era pleno mediodía nos fuimos a la playa. El agua
se veía a lo lejos, entre las dunas, clara, transparente, se sabía fresca
mientras los pies se nos achicharraban en la arena. Llegamos a la orilla con
los pies calcinados y el alma esperanzada. Placer; pies en el agua helada,
internarse en el mar entre las olas gigantes, dejarse llevar. Un frío intenso
de agua salada. Sumergirse, sentir que el frio refresca cada centímetro de
piel. Nuca, frente, mejillas, párpados; cabeza helada.
A nuestro
lado, había una única sombrilla con un hombre solo. Nos saludó cuando se fue.
De tardecita
fuimos al cumple de Cleo. Llovió. Muy poco. Refrescó apenas.
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