Navidad. Mucho
calor, mucho calor, mucho calor. Me levanté y no encontré los lentes, no puedo
leer. Con la compu no tengo problema, le agrando la letra y ya está. Así que me
puse a lavar los vidrios de la casita; supongo que en un intento inútil de ver
más claro. Pero quedaron bien.
Hablé con
Daniela; los lentes quedaron en su casa. Le dije que un día de estos voy hasta
Punta del Este y paso a buscarlos.
De tarde
fuimos a la playa. Estaba muy bien la tarde, el agua, el aire. Había
pescadores, uno había sacado un lenguado enorme. Cuando pescan lenguado van
caminando por la orilla, tienen pejerreyes de carnada. Tiran y sacan, tiran y
sacan. El lenguado era enorme, debía pesar más de seis kilos. Sus ojos juntos.
Me da algo de pena mirar los ojos de un lenguado. ¿Condición humana, eso de ver
algo que parece un defecto y que de pena? Capaz que solo condición de Teresa.
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