Mucho calor. Mucho calor. Y mosquitos, hay una invasión
de mosquitos. Me desperté y salí al jardín para hacer unos transplantes y entré
rápidamente. Me persiguió una nube de mosquitos voraces que querían mi sangre. Desayuné planificando el
exterminio. Me puse una máscara –por sugerencia de Sofía- lentes y salí con el
fumigador. De entrada me atacaron pero logré vencerlos. No quedó un mosquito en
el jardín.
Al mediodía llegó Julio de la chacra.
De tarde me enganché a cocinar, pese al calor. Al calor insoportable, y a la sensación aplastante que había en el aire. Hice
cascaritas abrillantadas de limón, dulce de uva –quedó espectacular. Un puré de
boniatos y otro de papas para la noche, para acompañar el pato asado que iba a
preparar Julio; regalo de Jota. Vinieron Caíto y Estela. Trajeron helado de
crema y lo comimos acompañado de las cascaritas de limón.
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