La tormenta de anoche fue muy linda. Miré por todas las
ventanas y en todas se veían destellos, rayos, las ramas de los árboles se
movían frenéticas. Todas. La anacahuita era increíble, con la suavidad habitual
de su movimiento, parecía enloquecida por el viento. Las hojas finas y
delicadas se bamboleaban de este a oeste, se arremolinaban. El sonido del
viento también fue intenso, sacudía las ramas, zumbaba, se escuchaban crujidos
y sacudidas por momentos violentas.cuando todo se amansó me fui a dormir.
Julio, que había llegado poco antes que la tormenta, durmió casi sin enterarse
de la fuerza del viento.
Fuimos a Jaureguiberry, a la cabaña donde están Gaby y
Richard y las nenas. El lugar es increíble, es de unos suizos que armaron un
complejo de cabañas, con un parque
perfecto, con árboles, arbustos, enredaderas, casitas independientes con césped
impecable, juegos para niños, piscinas climatizadas y piscina abierta, playa a
una cuadra y todas las comodidades –servicio de limpieza y mantenimiento,
animador y organizador de juegos para niños, internet, desayuno, etc… realmente un descanso total para una familia
con niños pequeños. Supongo que si fueran adolescentes ya la cosa cambiaría.
Para ellos fue perfecto.
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